miércoles, 27 de enero de 2010

Dios, historia, pecado y errores de México

Y en México todos somos felices...
 Hace poco recibí in correo electrónico con una presentación que denunciaba la tragedia de la venta de más del 55% del territorio original de México a EE. UU. y cómo ambos gobiernos han acordado no hablar más de ello.

El mensaje continúa en un tono indignado y mostrando deseos de reclamar (o al menos denunciar) al país ladrón frente a la comunidad internacional, expresando un deseo de despertar la misma indignación entre los mexicanos. Los datos presentados son indignantes, pues muestran la corrupción de los dirigentes de ambos países en un tratado que, finalmente, modificó hasta la fecha los límites de ambas naciones, proporcionando al país del norte cerca de la mitad de su extensión territorial actual.

Cabe aclarar que no debemos anhelar lo que Dios nos ha quitado, mucho menos, desearlo porque quisiéramos tener los estados (ahora) norteamericanos con un gobierno Mexicano como el nuestro.



Imaginen qué clase de país somos si nuestros gobernantes (elegidos por nosotros, a quienes les permitimos gobernar) son capaces de vender el territorio e en lugar de defenderlo; ¿qué dice eso de los que los hemos elegido para ocupar cargos de gobierno?; ¿qué dice eso de nosotros?

Continuamos lamentándonos de pérdidas ocurridas mucho antes de que nacieran nuestros abuelos, pero no somos capaces de reconocer que en la actualidad continuamos con la misma mentalidad de #$%&!"@* (fregar, tranzar, estafar, defraudar) al otro si con ello puedo ganar cinco pesos, o si me ahorro la molestia de enfrentar mis propios errores. Por ello tenemos un país corrupto, con un gobierno corrupto, un sistema educativo corrupto, etcétera.

Pero esta corrupción, aunque humana, no puede ser borrada por actos humanos, ni por decisiones humanas. Sólo Dios puede eliminar estos defectos de nuestra naturaleza, porque dichos defectos están enraizados y se alimentan del pecado que habita en nosotros desde que nacemos.

No es una lección de historia la que nos dará lo necesario para no repetir nuestros errores, porque nuestros errores resurgirán siempre a causa del pecado. La lección de historia sirve para darnos cuenta de nuestra desolada situación ante Dios, pero no nos librará de nuestro pecado. Sólo la fe que sólo la Escritura (la Biblia) nos dice que debemos tener sólo en Cristo para perdón de pecados, obtenida sólo por gracia y sólo para la gloria de Dios, nos puede liberar de nuestros errores.

La historia está en manos de Dios, y está siendo dirigida por Dios para la gloria de Dios. Gracias sean dadas a Dios.

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