jueves, 15 de septiembre de 2011

Laicismo y libertad religiosa en México

En una nota publicada por La Jornada el 9 de septiembre de 2011, describen cómo en San Rafael Tlanalapan, en el municipio de San Martín Texmelucan del estado de Puebla "el párroco Ascensión Benítez incitó a sus feligreses a que presionen a los evangélicos para que se vayan del pueblo". En respuesta a dicha incitación personas catolico-romana de la población
amenazaron con linchar y crucificar a evangélicos. Advirtieron que no tolerarán a nadie que no comparta el credo mayoritario en la localidad y advirtieron que los evangélicos deberán irse antes del lunes [12 de septiembre].
Como respuesta a estos eventos, "el secretario general de Gobierno, Fernando Manzanilla, minimizó la situación y dijo que sólo se trata de 'diferencias de fervor religioso'".

El resto del artículo entra en detalles respecto a cómo sucedieron los hechos previos y posteriores. Luego hay una larga lista de comentarios de lectores, la mayoría muy bien intencionados, según ellos, pero casi todos basados en la definición del estado mexicano como laico. La mayoría de los comentarios van dirigidos hacia los católicos y el párroco de de dicha comunidad, pero otros critican al gobierno por su falta de acción en contra de los revoltosos y en particular del incitador. Hay también una minoría de comentarios dirigidos en contra de los evangélicos (en el artículo les llaman erróneamente "evangelistas"), ya sea directos o como respuesta a muestras de apoyo a favor de estos últimos.

Lo que a mí en particular me preocupa de la situación no es que se haya profanado el derecho de los protestantes a profesar la fe que ellos elijan, ni que un líder religioso esté incitando de ese modo a su feligresía, ni que el gobierno parezca lavarse las manos y solapar al autor intelectual de un crimen en potencia, ni que la gente se deje manipular a esos extremos; nada de lo anterior me preocupa ni me asombra, pues ha ocurrido desde el inicio del cristianismo, tanto desde grupos opositores, como el gobierno e incluso desde dentro de la misma iglesia (no en balde está tan dividida, ya el apóstol Juan lo había anunciado en 1 Juan 2:19-29). No. Lo que me preocupa es que esto ocurra casi como una copia al carbón a diario en múltiples comunidades apartadas (unas más que otras, y otras menos) en distintos estados de la república --particularmente los del sureste--, y que los cristianos en México sigamos creyendo esa mentira de la libertad religiosa.

Seamos honestos. No hay libertad religiosa en México. Existen muchos tipos de violencia ejercida sobre las minorías religiosas en nuestro país (las únicas realmente protegidas por el gobierno, son aquellas que puedan atraer al turismo y el catolicismo romano), aún en nuestro Monterrey cosmopolita en Nuevo León ("Estado de ¿progreso?", "Nuevo León ¿unido?").

Desde que llegamos al preescolar nos inundan con imágenes de un (mítico) pasado heroico basado en un ferviente catolicismo romano: los dos grandes padres de la patria, Hidalgo y Morelos, eran católicos y miembros del clero, y hasta se nos queman las retinas con imágenes de Hidalgo portando el estandarte de la Virgen de Guadalupe. Este adoctrinamiento continúa durante toda nuestra educación básica (que se supone que es laica), pero es muy probable que dure hasta que finalicemos nuestros estudios. No obstante nunca se dice nada de los "protestantes" que eran miembros del gabinete del más ilustre presidente de México, don Benito Juárez García; ni de la participación de los "evangélicos" como pensadores durante la revolución mexicana; y mucho menos de que el Profesor Moisés Sáenz Garza (fundador del Sistema de Segunda Enseñanza, ahora conocido como Educación Secundaria) fuera un cristiano presbiteriano.

Por otro lado, de manera extraoficial, somos discriminados por las mayorías católicas como sectarios, rebeldes y fanáticos, lo cual lleva a su vez a una relación tensa entre los cristianos y los católicos, en parte porque a ellos nunca se les enseña a considerar la existencia de otros credos ni a lidiar con las dificultades que ello acarrea. Por consiguiente, extraoficialmente, somos mexicanos de segunda, y así se nos trata, poniéndonos motes y apodos pensados para humillarnos. Si a esto agregamos que no participamos en las licenciosas costumbres que la mayoría de los mexicanos católicos practican (aún contra la recomendación, e incluso, prohibición de la iglesia de Roma), el resultado es que somos excluidos de casi toda participación en los grupos sociales de la comunidad mexicana.

Además, tenemos en el país un partido político que abierta y expresamente apoya al catolicismo (y es apoyado por grupos de derecha católicos). De hecho, nuestro anterior presidente C. Vicente Fox Quesada, en su investidura presidencial asistió como feligrés a cultos públicos católicos y recibió al Papa, no como gobernante del país, sino, de nuevo, como feligrés, para luego decir que México es católico, y no que México es mayoritariamente católico. Por supuesto, Fox se justificó diciendo que él también tiene derecho a practicar su fe, y por supuesto que lo tiene, pero el problema es que lo hizo como presidente, como representante de los Mexicanos, sin tomar en consideración que hubo quienes incluso votaron por él y son cristianos. Sus actos prácticamente niegan la ciudadanía a los cristianos.

Para terminar, el gobierno rara vez ofrece apoyo verdadero en las situaciones en que el derecho a la libertad de culto de los cristianos está siendo violentado en México por mexicanos a mexicanos. Si hay una situación en la que el gobierno pudiera tener mayor injerencia al respecto, es precisamente esta.
Para muestra basta un botón. Respecto al caso presentado al inicio de este artículo, "La Secretaría General de Gobierno de Puebla cedió a las presiones de católicos tradicionalistas de la comunidad de San Rafael Tlanalapan y pidió a las familias de cristianos abandonar ese poblado del municipio de San Martín Texemlucan para protegerse de seguidores del sacerdote Ascensión Benítez González, quienes amenazaron con lincharlos y crucificarlos." (http://www.cristomorfosis.com/noticias-cristianas/familias-cristianas-evangelicas-abandonan-el-municipio-de-san-martin-texemlucan). En este mismo artículo se menciona que pese a haber presentado pruebas, no hay reacción por parte del gobierno, y el presidente municipal, simplemente dijo "que siempre estará con lo que decida 'la mayoría del pueblo'". Finalmente, el lunes 12 de septiembre, el arzobispo del estado de Puebla, Monseñor Víctor Sánchez Espinosa, tras invitar a los habitantes de la comunidad "a respetar ideologías y creencias", dijo:
Pero también a los hermanos cristianos, les pedimos prudencia y respeto porque ellos se sienten agredidos en su fe al poner un templo junto a la iglesia católica.
De modo que los culpables de todo son los cristianos por llegar a un lugar al que no debían.

Me río de la tolerancia religiosa en México. Uno es libre de expresar sus ideas, siempre que no vayan en contra de la forma de pensar del que te oiga. Y si eres agredido, la culpa es tuya, por ser diferente. Vaya tolerancia. Vaya laicismo.

Es sumamente preocupante que haya cristianos que sigan creyendo que dicha tolerancia existe, precisamente porque o (a) no se dan cuenta de la agresión que reciben, es decir, lo consideran normal, o (b) no reciben dicha violencia porque no son diferentes de los demás.
No me asusta que haya agresiones sutiles, del calibre poblano u otro mayor, porque Cristo mismo dijo "En el mundo tendréis aflicción" (Juan 16:33). Además aclara la naturaleza de los ataques que recibiremos por ser cristianos: "Si el mundo los aborrece, tengan presente que antes que a ustedes, me aborreció a mí" (Juan 15:18), de modo que esas personas que nos odian, lo hacen porque no toleran a Cristo reflejado en nosotros.

Pero sobre todo, tengo la confianza de que nada que me puedan hacer sale del misericordioso control soberano de Dios sobre su creación para con nosotros. Simplemente recordemos su respuesta ante Pilato: "No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba" (Juan 19:11), dando a entender que la autoridad y la capacidad que él tenía de matarle provenía de Dios mismo. Y por si eso fuera poco, el versículo que cité antes respecto a la aflicción, Jesús mismo dice: "pero confiad, yo he vencido al mundo" (Juan 16:33); a ese mundo que nos odia y no nos puede ver, a ese gobierno que solapa (cuando no dirige) las agresiones y campañas contra los cristianos en cualquier parte del mundo, Él los controla y ya los ha vencido.

Repito: me río del supuesto laicismo en mi país. Pero sé que Dios tiene a estas personas que se levantan contra Su Iglesia en su mano, listo para aplastar a los que se oponen a la verdad de Cristo cuando el juicio llegue. Mientras tanto, a nosotros nos queda rogar la misericordia de Dios para con ellos, quién sabe si acaso entre ellos habrá hermanos que aún no se hayan convertido.

Soli Deo Gloria!


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1 comentario:

  1. ¡Excelente! me gusta mucho, pásalo a Juan y a Beto pidiéndoles que lo suban a sus blogs.

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