Advertencia y súplica

Quiero advertir al lector que este blog no ha sido pensado para agradar o complacer de ninguna manera al ego de los seres humanos, sino para hablar claramente de las verdades que Dios me ha permitido encontrar en su palabra. Por ello, es posible que encuentre en éste cosas que le puedan causar incomodidad, desazón o irritación. Sin embargo, he intentado escribir del modo más respetuoso posible, para no tratar a nadie de modo inadecuado ni ofender de modo innecesario.

Si alguien se siente ofendido por lo que he escrito —en lenguaje, modos o contenido—, tenga misericordia de mi y no me tome en cuenta mi ofensa, pues no tengo intención de ofender; y en lugar de enojarse y actuar groseramente, le ruego que ore a Dios, primero por mi, para que me muestre cómo hablar sin ofender; luego ore por ambos, que nos muestre lo que sea verdad, sea quien sea que se haya equivocado, para que el que se equivocó corrija su camino, y el que no se equivocó sea fortalecido en la fe verdadera en Cristo.

Si además, el Señor le muestra cómo corregir mis errores en base a la Biblia, le ruego que lo haga, por misericordia a mi y por obediente fidelidad al Señor. (Como ya dije, este blog no existe para satisfacer egos, tampoco el mío.)

Como Martín Lutero declaró tan elocuentemente cuando se le pidió retractarse de sus enseñanzas: “Que se me convenza mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón —porque no le creo ni al Papa ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a sí mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la Palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable. ¡No puedo hacer otra cosa; esta es mi postura! ¡Que Dios me ayude! Amen.”

Por supuesto, yo no soy Lutero, ni estoy en la situación en la que se encontraba él en ese momento. Pero me apego al mismo principio: puedo errar, puedo equivocarme, pero la Biblia no se equivoca. Si me demuestran con la Biblia mis errores, yo oraré a Dios dando gracias por haberles enviado para mi crecimiento.